La palmitoiletanolamida (PEA), la amida natural de la etanolamida y el ácido palmítico, es un lípido endógeno (sintetizado dentro de las células del cuerpo) que pertenece a la familia de amidas de ácidos grasos N-aciletanolamina (NAE) (LoVerme et al., 2005). Como lípido endógeno, PEA es sintetizada y metabolizada por diferentes células animales a través de varias enzimas, y se sabe que ejerce una multitud de funciones fisiológicas relacionadas con la homeostasis metabólica y celular.
Si bien se identificó inicialmente en la década de 1950 como un principio terapéutico con potentes propiedades antiinflamatorias, PEA es un compuesto que se remonta a cientos de millones de años en el camino evolutivo, estando presente en plantas y en múltiples fuentes dietéticas (Hesselink et al., 2013). Desde el descubrimiento inicial de PEA en la yema de huevo en 1957, ha habido una gran cantidad de investigaciones sobre sus propiedades fisiológicas, así como sus efectos farmacológicos y terapéuticos (Kuehl et al., 1957; Hesselink et al., 2013). Hoy en día existe una base de investigación sólida y en crecimiento para aclarar el valor y la seguridad de PEA.
PEA en el cuerpo humano. Síntesis.
Como compuesto natural, la biosíntesis de PEA tiene lugar en las membranas de varias células a partir de sustancias similares a la grasa ya presentes (Hesselink et al., 2013). La vía más discutida ocurre a través de un fosfolípido de membrana, N-palmitoil-fosfatidiletanolamina (Hesselink et al., 2013; Petrosino y Di Marzo, 2017).
La síntesis de PEA ocurre a través de varias rutas, la más investigada es a través de la hidrólisis directa de NPPE por una fosfolipasa D hidrolizante de NAPE (NAPE-PLD).
El PEA endógeno se produce bajo demanda, y actúa localmente (Hesselink et al., 2013). Curiosamente, el compuesto se produce como una respuesta protectora pro-homeostática a la lesión celular, y su producción aumenta naturalmente en estados de enfermedad (Clayton et al., 2021a).
Descomposición: Los niveles tisulares de PEA están estrictamente regulados a través de un equilibrio entre la síntesis y la descomposición (Hesselink et al., 2013). La descomposición (hidrólisis) de PEA ocurre a través de dos enzimas diferentes, produciendo ácido palmítico y etanolamida (Peritore et al., 2019):
- La amidasa del ácido hidrolizante de N-aciletanolamina (NAAA): selectiva para PEA.
- Hidrolasa de amida de ácido graso (FAAH): degrada otros NAE.
Mecanismos de acción: se plantea la hipótesis de que PEA no opera a través de un solo principal mecanismo de acción, pero que sus efectos multifacéticos pueden atribuirse a una combinación única de mecanismos que afectan múltiples vías en diferentes sitios (Clayton et al., 2021a; Petrosino & marzo, 2016).
PEA y el sistema endocannabinoide: en la literatura, PEA se denomina con frecuencia un análogo de anandamida (AEA) más corto y completamente saturado; el primer cannabinoide endógeno (endocannabinoide) que se descubrió (Wallace et al., 2007).
Los endocannabinoides se producen naturalmente en el cuerpo humano y pueden interactuar tanto directa como indirectamente con los receptores que se encuentran dentro del sistema endocannabinoide del cuerpo (SEC).
El SEC desempeña un papel importante en el desarrollo del sistema nervioso central (SNC), la plasticidad sináptica y la respuesta a las agresiones endógenas y ambientales (Lu y Mackie, 2016). Los receptores de cannabinoides son una parte clave de este sistema y se encuentran en tejidos de todo el cuerpo, siendo los más abundantes los receptores CB1 y CB2.
Dichos receptores se han implicado en una amplia gama de funciones fisiológicas y fisiopatológicas en el cuerpo, incluida la regulación del estado de ánimo, la sensación de dolor y la función inmunitaria (Alexander, 2007). Por ejemplo, la AEA se conoce como la «molécula de la felicidad», dado que se une a estos receptores, estimulando una sensación de felicidad y bienestar mental, además de anular el dolor.
RECEPTORES CB1
Están presentes en el SNC y se encuentran en niveles elevados en el neocórtex, el hipocampo, los ganglios basales, el cerebelo y el tronco encefálico. También se encuentran en las terminales nerviosas periféricas y en algunos sitios extra neuronales, incluidos los testículos, los ojos, el endotelio vascular y el bazo. En general, se encuentran en cantidades más bajas de una manera más generalizada.
RECEPTORES CB2
Estos tienen una distribución más restringida que los receptores CB1 y tienen un patrón de expresión más definido en el cerebro. Se encuentran predominantemente en células y tejidos del sistema inmunitario y en unas pocas neuronas.
Dado que PEA es una sustancia similar a los endocannabinoides, puede resultar sorprendente saber que muestra una baja afinidad por los receptores CB1 y CB2 (Naderi et al., 2012). Sin embargo, activa indirectamente CB1 y CB2 al inhibir la degradación de AEA en un fenómeno conocido como «efecto séquito» (Beggiato et al., 2019).
Recordemos que PEA es degradada por la FAAH (ácido graso amidohidrolasa), una enzima que también funciona para degradar otros NAE (ácidos grasos N-aciletanolamina), incluida la AEA. De acuerdo con la teoría del «efecto séquito», PEA puede aumentar los niveles de AEA en los tejidos al competir con este compuesto por la hidrólisis mediada por FAAH. Como resultado, existe una potenciación de las acciones de AEA; permitiéndole actuar sobre los receptores CB para aliviar el dolor (Clayton et al., 2021b).
Se ha hecho menos referencia, al uso del efecto séquito para explicar las acciones biológicas de PEA y más recientemente, se utiliza mejor su efecto directo a través de los receptores PPAR-α (Hesselink et al., 2013).
Receptores PEA y PPAR-α
PEA puede activar directamente PPAR-α; una proteína receptora nuclear que se cree que es el objetivo principal de la acción de PEA (Rankin et al., 2020; Petrosino y marzo, 2016). PPAR-α se expresa en muchos órganos y tejidos, así como en varias células del sistema inmunitario, y la activación de este receptor da como resultado ‘una transcripción alterada de una gran cantidad de genes que van desde los que codifican proteínas involucradas en el transporte de ácidos grasos y el metabolismo, hasta los que codifican moléculas proinflamatorias y estrés oxidativo’ (Rankin et al., 2020). Como agonista de PPAR-α, PEA reduce la inflamación localmente al reducir la transcripción de genes proinflamatorios y la producción de muchas sustancias inflamatorias (Lo Verme et al., 2005). Este es un ejemplo de cómo PEA funciona directamente dentro del sistema nervioso central y periférico.
Receptores acoplados a proteína PEA y G
Curiosamente, PEA también actúa directamente sobre el receptor 55 acoplado a proteína G (GPR55) y el receptor 119 acoplado a proteína G (GPR119) (Clayton et al., 2021b).
PEA y Receptor de potencial transitorio vaniloide subtipo 1 TRPV1
Otro mecanismo de acción incluye la activación y desensibilización de los canales del TRPV1, a través de varios mecanismos que incluyen el efecto de entorno discutido anteriormente y la activación de PPAR-α. Esto potencia un efecto antinociceptivo, definido como un efecto que aumenta la tolerancia o reduce la sensibilidad a un estímulo dañino (Clayton et al., 2021b).
En general, se puede decir que estos múltiples mecanismos de acción diferencian a PEA de los antiinflamatorios clásicos (Beggiato et al., 2019).
Los beneficios de la suplementación con PEA
Como resultado de sus múltiples mecanismos de acción, se cree que PEA confiere beneficios terapéuticos en muchos trastornos.
Dolor crónico
Como hemos visto, existen investigaciones que sugieren que PEA puede conferir propiedades analgésicas útiles sin efectos no deseados (Gabrielsson et al., 2016). Se cree que PEA se produce de forma endógena bajo demanda en todos los tejidos, como respuesta protectora a las lesiones, la inflamación y el dolor.
Un estudio de 2012 tuvo como objetivo evaluar tanto la eficacia como la seguridad de PEA para reducir la intensidad del dolor en personas con dolor asociado a diferentes condiciones patológicas (incluyendo radiculopatía, osteoartritis y otras enfermedades) (Gatti et al., 2012). Durante un período de tres semanas, se les administraron 600 mg de PEA dos veces al día a 610 pacientes, seguidos de una dosis diaria única durante cuatro semanas. Al no mostrar efectos adversos, se encontró que el tratamiento con PEA disminuyó significativamente la intensidad del dolor de la puntuación media entre los sujetos, con un efecto independiente de la condición patológica.
Además, un metanálisis del 2017 tuvo como objetivo examinar la eficacia de PEA para tratar el dolor en 10 ensayos controlados aleatorios, y concluyó que el compuesto puede ser un tratamiento útil para el dolor, con la ventaja de ser bien tolerado en las poblaciones de investigación (Artukoglu et al.., 2017). Un estudio de caso de 2021, reafirmó que PEA puede ofrecer un tratamiento nutracéutico válido para los profesionales (Kamper, 2021).
En el caso de un hombre de 67 años con neuralgia posherpética en curso, causada por complicaciones del herpes zóster, PEA demostró un alivio eficaz del dolor en 48 horas con una dosis diaria administrada de 900 mg.
Dolor de cabeza y migraña
Dado que PEA realiza una amplia gama de funciones biológicas relacionadas con el dolor y la inflamación crónica y neuropática, no sorprende que hayan investigaciones que sugieran que el compuesto puede desempeñar un papel contra el dolor de cabeza y la migraña. Un estudio simple ciego evaluó la seguridad y eficacia de PEA (ultramicronizada 1200 mg/día) hasta 90 días, en individuos que sufrían de migraña con aura (MA) tratados con medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINE) (Chirchiglia et al., 2018).
Los resultados encontraron que la administración de PEA indujo un alivio del dolor estadísticamente significativo y dependiente del tiempo, notablemente evidente a los 60 días. Si bien los autores señalan que se requerirían más estudios para confirmar esto, los hallazgos iniciales fueron una buena indicación para el uso de PEA como herramienta terapéutica en el manejo del dolor de migraña.
Reafirmando este efecto, otro estudio de 2020 encontró que la suplementación con PEA (600 mg/día) durante tres meses, provocó una reducción en la frecuencia de los ataques de dolor de cabeza (>50 % por mes en el 63,9 % de los casos), de la intensidad de los mismos y el porcentaje en personas con ataques graves (Papetti, 2020).
Fibromialgia
La fibromialgia, una afección a largo plazo sin «cura única», causa dolor en todo el cuerpo, además de cansancio extremo, problemas con los procesos mentales y rigidez muscular. Curiosamente, se ha demostrado la eficacia de PEA en la fibromialgia (Del Giorno et al., 2015).
Un estudio observacional en 407 personas con fibromialgia, a quienes se les había recetado PEA (ultramicronizada), encontró una disminución estadísticamente significativa en la puntuación del dolor visual analógico del grupo de estudio medido en la escala de dolor visual analógico; (una medida subjetiva validada para el dolor agudo y crónico). Mientras tanto, también hubo un aumento importante en su puntaje de calidad de vida; un concepto que se basa en la salud física y mental percibida de un individuo o grupo a lo largo del tiempo (Schwelger et al., 2019)
Estado de ánimo
Hay alguna evidencia que sugiere que PEA tiene potenciales efectos antidepresivos solo o en combinación con otras clases de antidepresivos. Esto se debe a la forma en que PEA interactúa con el sistema endocannabinoide, además de conferirle propiedades antiinflamatorias, las cuales juegan un papel clave en la patogénesis de la depresión (Coppola y Mondola, 2014).
Las investigaciones preclínicas han demostrado la actividad antidepresiva de PEA en modelos animales de depresión y de depresión asociada con dolor neuropático y lesión cerebral traumática (De Grogorio et al., 2019).
Más recientemente, en un estudio aleatorizado doble ciego, controlado con placebo, 58 participantes con trastorno depresivo mayor (MDD) recibieron 600 mg de PEA (dos veces al día) o placebo, además de citalopram durante seis semanas (Ghazizadeh-Hashemi et al.., 2018). Con 54 personas que completaron el ensayo, se descubrió que PEA, como terapia complementaria al citalopram, puede mejorar de manera efectiva los síntomas (predominantemente de sexo masculino) con trastorno depresivo mayor. Sin embargo, todavía existen estudios preclínicos y clínicos limitados que investigan el potencial de PEA como antidepresivo, por lo que se requiere de más investigación para confirmar este efecto.
Dormir
Existen varios estudios que exploran la aplicación de PEA como ayuda para dormir. La alteración del sueño está relacionada con múltiples condiciones de salud, incluidas las enfermedades cardiovasculares, el dolor crónico, los trastornos neurodegenerativos y la obesidad. Curiosamente, se cree que PEA promueve un mejor sueño a través de la interacción potencial con el sistema endocannabinoide. Dado que los altos niveles de AEA están relacionados con la vigilia en individuos sanos, PEA puede apoyar el equilibrio entre el sueño y la vigilia a través del efecto de entorno discutido anteriormente.
Un estudio aleatorizado doble ciego de 2021 tuvo como objetivo evaluar esta hipótesis durante un período de ocho semanas, en el que los participantes estaban sujetos a una suplementación diaria con una formulación de PEA o un placebo (Rao et al., 2021). En la semana ocho, la suplementación con PEA redujo la latencia de inicio del sueño, el tiempo para sentirse completamente despierto, y mejoró la cognición al despertar. En general, los efectos analgésicos, ansiolíticos y antidepresivos combinados de PEA significan que tiene potencial como suplemento adecuado para el uso a largo plazo en la mejora integral de la calidad del sueño.
Alergias
Un análisis de 2014 encontró niveles de PEA, junto con otros mediadores de lípidos bioactivos, aumentados en la piel con dermatitis atópica (DA), en comparación con muestras sanas (Abramo et al., 2014). Esto llevó a los investigadores a creer que PEA puede ser parte del mecanismo innato del cuerpo para «mantener la homeostasis celular cuando se enfrenta a una inflamación relacionada con la DA». Un estudio en animales de 2015 evaluó la eficacia del compuesto para la dermatitis atópica moderada (eczema), y encontró un aumento en la puntuación de calidad de vida, además de una reducción de la picazón y de lesiones cutáneas (Noli et al., 2015).
Inmunidad
Como hemos visto, PEA se une al receptor PPAR-α. Como tal, inicia mecanismos que activan los macrófagos y, por lo tanto, aumentan la resistencia a la infección (Clayton et al., 2021a). Se cree que PEA puede ayudar a reducir la posibilidad de resfriarse y reducir la gravedad de los síntomas asociados. Basándose en los resultados de seis ensayos clínicos en gripe y resfriado común, un artículo de revisión encontró que PEA debería considerarse una modalidad de tratamiento para la gripe y las infecciones respiratorias, dada su eficacia y perfil de seguridad (Hesselink, 2013).
Neurodegeneración
Como PEA ejerce sus efectos a través de múltiples mecanismos de acción, activando dianas farmacológicas multifactoriales y diferentes mediadores celulares, existen estudios preclínicos que indican que el compuesto podría ser un potencial agente terapéutico para el tratamiento eficaz de patologías caracterizadas por neurodegeneración y neuro inflamación (además para el dolor) (Beggiato et al., 2019).
Al evaluar esta hipótesis, una revisión de 2022 concluyó que, si bien PEA desempeña un papel protector contra la neuro inflamación relacionada con la neurodegeneración, se necesitan más estudios para proporcionar una imagen más clara de este posible uso (Landolfo et al., 2022).
Ejercicio y Recuperación Muscular
En la actualidad, hay investigaciones limitadas que sugieren que la suplementación con PEA puede ayudar en la recuperación muscular después del ejercicio, con un estudio de 2020 doble ciego, aleatorizado y controlado con placebo, investigando esta posible aplicación terapéutica (Mallard et al., 2020). El estudio encontró que la suplementación con PEA disminuyó la mioglobina después del ejercicio, en comparación con el grupo de placebo. La mioglobina es un marcador de daño del músculo esquelético, lo que representa un marcador indirecto de lesion a la membrana de la célula muscular.
Como tal, se plantea la hipótesis de que la suplementación con PEA podría conducir potencialmente a una disminución del daño muscular. El estudio también halló que la concentración máxima de lactato en sangre era más baja después de la suplementación con PEA en comparación con el grupo de placebo, lo que sugiere que la suplementación con PEA puede permitir que el ejercicio se mantenga a una intensidad más alta durante más tiempo.
PEA y CDB. DIFERENCIA Y SEGURIDAD
PEA a menudo se describe como una «alternativa al cannabidiol (CBD)», y se ha establecido que las acciones terapéuticas de ambos compuestos se superponen en sus funciones bioquímicas en humanos (Clayton et al., 2021b). Sin embargo, PEA se produce de forma endógena como respuesta directa y mecanismo de reparación a la inflamación, mientras que el cuerpo humano no produce CBD.
Si bien se ha demostrado que el CBD confiere propiedades antiinflamatorias, analgésicas y neuro protectoras, existe el potencial de pequeñas concentraciones de tetrahidrocannabinol (THC) en los productos de CBD. Ambos compuestos se encuentran naturalmente en la planta de cáñamo y, por lo tanto, no es posible eliminar el THC por completo. PEA se puede considerar como una opción de suplemento para atletas profesionales o para aquellos que desean evitar por completo el THC.
Dentro de la literatura médica, PEA ha sido corroborado por más de 40 estudios para diferentes beneficios, y se cree que carece de problemas de seguridad. Como tal, puede considerarse una alternativa al CBD seguro y clínicamente probado, con ventajas en términos de tolerabilidad, consistencia y perfil regulatorio (Clayton et al., 2021ab; Hesselink et al., 2013).
Al igual que con cualquier medicamento, asegúrese de verificar las interacciones enumeradas y busque la aprobación médica antes de utilizar un complemento alimenticio.
PEA es una molécula lipofílica, por lo que se recomienda tomar este nutriente con una comida para una máxima absorción. Alternativamente, el aceite de pescado es un compañero perfecto para PEA.
Como la PEA es producida naturalmente por el cuerpo, es naturalmente compatible con los procesos y la regulación biológica del propio cuerpo. La PEA se absorbe bien en los intestinos y se transporta a los tejidos.
Idoneidad: Hasta la fecha, no ha habido suficiente investigación sobre si PEA es seguro durante el embarazo y la lactancia y, como tal, no se recomienda su uso por mujeres embarazadas o lactantes.
Dosis: Aunque la dosis recomendada de PEA no es definitiva y depende de la razón del cliente para tomarlo, la dosificación general y pautas son las siguientes: una dosis de mantenimiento de 200-400 mg/día.
Absorción: Tomar con alimentos para una máxima absorción.
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