Amado en todo el mundo desde la época de los antiguos chinos, griegos y nativos americanos, el Crataegus monogyna (por su nombre botánico) sigue siendo un básico en herboristerías como tónico y soporte natural relacionado con el corazón.
El nombre genérico, Crataegus, proviene del griego kratos, que significa duro o fuerte, refiriéndose a la madera de la planta. El nombre común se refiere a las espinas y frutos de la planta conocidos como haws, aunque puede referirse a su manera para formar setos, ya que en épocas anteriores se llamaban haws. De hecho, los historiadores afirman que los antiguos setos de la región francesa de Normandía eran tan robustos que hicieron que las batallas del Día D de la Segunda Guerra Mundial (término militar usado para designar el primer día de cualquier operación), fueran aún más desafiantes.
En el folklore gaélico, el espino (Sgitheach) marca la entrada del “Otro Mundo”, y se asocia con las hadas. Es muy desafortunado cortar el árbol salvo cuando ya ha brotado y es decorado como el «Arbusto May». Estos árboles se les encuentra en áreas de peregrinación místicas célticas.
En inglés, el dicho que recuerda la conveniencia de mantener ropa de abrigo hasta avanzada la primavera (ne’er cast a clout ‘til may is out) no se refiere al fin del mes de mayo, sino al florecimiento del espino (may). Es lo equivalente al refrán castellano que dice «hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo».
En la antigüedad varias tribus norteamericanas lo usaban en infusiones y decocciones de corteza, fruta, hojas, raíz, corteza de raíz, espinas, ramitas y brotes jóvenes de al menos 11 especies de Crataegus para tratar afecciones. Se conoce que al menos una tribu, los Cherokee, lo utilizaron para promover la circulación. La corteza interior se masticaba como chicle, y las espinas se empleaban como anzuelos, punzones, alfileres y para palpar forúnculos y áreas de dolor artrítico.
La primera mención de las acciones cordiales del espino en el corazón puede haber sido hechas por el médico suizo Paracelso (1493-1541). También el médico inglés Nicholas Culpeper (1616-1654) escribió que las bayas de espino secas y en polvo, agregadas al vino, ayudarían con las piedras y la hidropesía.
Hoy en día las preparaciones de espino son una de las medicinas botánicas más vendidas en Alemania. El té elaborado con hojas y flores está disponible en bolsitas de té y suelto. Como alimento, las hojas jóvenes son buenas en ensaladas; y la fruta al ser comestible, sirve para hacer mermeladas, vino, y agregar sabor al brandy.
Los ingredientes activos de sus flores son: tanino, flavonoides, aceites esenciales, triterpenos y derivados de purinas. Los de sus frutos: taninos, flavonoides, pigmentos y vitaminas. Desde el siglo I fue utilizado para tratar enfermedades cardíacas, y a principios del siglo XIX, los médicos estadounidenses lo usaban para tratar trastornos circulatorios y enfermedades respiratorias. Tradicionalmente, las bayas se empleaban para trastornos cardiovasculares, que iban desde latidos cardíacos irregulares, presión arterial alta, dolor de pecho, endurecimiento de las arterias e insuficiencia cardíaca. Los estudios en animales y de laboratorio informan que el espino contiene antioxidantes, incluidas las proantocianidinas oligoméricas (OPC, que también se encuentran en las uvas) y la quercetina.
Durante cientos de años el espino se ha convertido en una de las hierbas más populares en el mundo occidental, con muchos artículos y estudios clínicos que documentan sus importantes propiedades. Sin embargo, las hierbas contienen componentes que pueden desencadenar efectos secundarios e interactuar con otras hierbas, suplementos o medicamentos. La enfermedad cardíaca es una afección grave, no debe auto tratarse sin antes consultar con el profesional de la salud.
Referencias Bibliográficas:
https://es.wikipedia.org/wiki/Crataegus_monogyna
https://www.traditionalmedicinals.com/articles/plants/hawthorn-101/